Cómo sufrimos y penamos por lo que llamamos amor! Creemos que el enamoramiento y la sensación de apego que genera son amor e insistimos en esta creencia. Sin embargo, el amor verdadero no puede causar dolor. Por el contrario, el amor puro lo acepta todo y es incondicional. No depende de los acontecimientos ni las circunstancias exteriores y no se apega al resultado. Cuando amamos como ama Dios, nuestro corazón canta. No tenemos apegos ni expectativas. El amor verdadero nos li bera. Somos nosotros quienes decidimos que por pasar un buen rato con alguien (placer) estamos enamorados pero, en realidad, lo que percibimos como amor no es más que enamoramiento puro. Depositamos nuestro corazón en esa persona y, cuando no estamos con ella, nos sentimos incompletos. Confundimos el placer con el amor tal como confundimos el dinero con la riqueza. Por nuestro deseo de retener aquello que nos otorga un momento de placer, nos apegamos y quedamos prisioneros en un círculo vicioso de ansiedad