La vida es demasiado corta como para correr detrás de alguien que ni siquiera camina por ti. No es necesario ir detrás cuando ya saben dónde estás, cuando conocen tu hogar y saben de tus misterios.
Lo cierto es que hay personas a las que no les importamos pero que, sin embargo, a nosotros sí que nos importan. En estos casos puede resultarnos difícil comprender la situación, pues el interés por los demás no habla el lenguaje del egoísmo.
El cariño no se suplica
Arrastrarnos y suplicar migajas de un cariño que no nos quieren dar no es saludable ni a corto ni a largo plazo. Sin embargo, puede que ciertas muestras nos lleguen a enternecer y que nos sirvan para buscar motivos para seguir anclados en el deseo de que esa persona permanezca en nuestra vida.
Si nos paramos a pensar, lo único que hacemos con esa actitud es prolongar de manera innecesaria el sufrimiento emocional. Someternos a la voluntad de los otros hace que nos convirtamos en marionetas de sus necesidades y de sus antojos.
Deja que el viento se lleve lo innecesario de tu vida
Resulta complicado soltar o dejar marchar aquello que consideramos muy nuestro, ya sean sentimientos o personas. Es decir, que a ciertas piedras que cargamos sobre nuestra espalda nos une un sentimiento de identidad y pertenencia que se fusiona con nuestro miedo a perder algo que creemos tan intenso e importante.
Sin embargo, a pesar de que todo ese caos emocional nos ate a ciertas personas, también acabamos cansándonos de que no nos valoren. Es probable que cuando nos percatamos de esto nos sintamos algo egoístas, lo cual es terrible para nuestra salud emocional.
Dicho de otra manera, sentimos que si dejamos de sacrificarnos perdemos la oportunidad de construir parte de la historia emocional de nuestra vida. Sin embargo, lo que realmente estamos haciendo es comportarnos de la manera más cruel posible con nosotros mismos, con nuestras expectativas y con nuestros deseos.
Esta es la única manera de dejar hueco a nuestras fortalezas, de asumir nuestros errores y de conseguir manifestar nuestras intenciones y nuestro compromiso. De esta forma evitamos que lo negativo le reste espacio a lo positivo,consiguiendo incrementar nuestro entusiasmo por la vida y nuestro bienestar.
No es más fuerte quien más soporta, sino quien es más capaz de “soltar”
Si no te ilumina ni te construye… SUELTA
Si permanece, pero no crece… SUELTA
Si te procura seguridad y así te evita el esfuerzo de desarrollarte… SUELTA
Si no brinda reconocimiento a tus talentos… SUELTA
Si no acaricia tu ser… SUELTA
Si no impulsa tu despegue… SUELTA
Si dice, pero no hace… SUELTA
Si no hay un lugar en su vida para ti… SUELTA
Si intenta cambiarte… SUELTA
Si se impone el `yo´… SUELTA
Si son más los desencuentros que los encuentros… SUELTA
Si simplemente no suma a tu vida… SUELTA
SUÉLTATE…la caída será mucho menos dolorosa que el dolor de mantenerte aferrado a lo que pudo ser pero no es.
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